Una aventura entre animales y posturas
Había una vez una niña llamada Ana, a quien le encantaba pasear por el bosque cerca de su casa. Un día, mientras caminaba entre los árboles y cantos de pájaros, se encontró con un conejo juguetón llamado Romi.
- ¡Hola, Ana! ¿Quieres aprender yoga con nosotros? - preguntó Romi con entusiasmo. Ana, sorprendida, asintió con una sonrisa. Romi le enseñó la postura del perro boca abajo, explicándole cómo estirar su cuerpo y relajar su mente.
Luego, se unieron a ellos un par de ardillas, Tomy y Lila, quienes mostraron a Ana la postura del árbol, enseñándole a mantener el equilibrio como ellos lo hacían entre las ramas.
Continuando su viaje, se encontraron con Pablo, el oso perezoso, quien demostró la postura del gato, moviendo su cuerpo de manera elegante y suave. Mientras tanto, el zorro ágil, llamado Maxi, les enseñó la pose del guerrero, mostrando fuerza y determinación.
Ana estaba fascinada con cada nueva posición que aprendía, mientras se adentraban más y más en el bosque. Después, conocieron a Polly, la lechuza sabia, quien les enseñó la postura del búho, con su aguda mirada y enfoque.
Seguido por la tortuga, Tomás, quien les mostró la postura del puente, recordándoles la importancia de la estabilidad. La aventura continuó y Ana se encontró con Simón, el mono alegre, quien compartió la pose del delfín, mostrándole cómo encontrar su fuerza interior.
Cada animal del bosque le enseñaba a Ana una nueva posición de yoga, brindándole sabiduría y alegría. Finalmente, al llegar a casa, Ana se despidió de sus amigos animales, agradeciéndoles por enseñarle tanto.
Llena de entusiasmo, compartió con su familia cada movimiento que aprendió y juntos practicaron yoga, disfrutando de la paz y alegría que les brindaba. Desde ese día, Ana siguió visitando el bosque, aprendiendo con sus amigos animales y compartiendo la magia del yoga con todos a su alrededor.
FIN.