Valentina y la escuela nueva

-Hola, soy Valentina y hoy es mi primer día en la escuela en México -dijo con nerviosismo.

-¡Hola Valentina! Bienvenida a nuestra escuela, seguro te va a encantar -respondió Jazmín, una compañera de clase.

Valentina venía de Argentina y estaba un poco asustada por todo lo nuevo que estaba por enfrentar. Pero también estaba emocionada por conocer a sus nuevos compañeros y aprender cosas diferentes.

En su primer día, Valentina se encontró con muchas caras amigables y con maestros que la recibieron con calidez. Aunque al principio le costó entender el español mexicano, poco a poco fue adaptándose y pronto empezó a hablarlo con fluidez.

-Parece que te estás adaptando muy bien, Valentina. Me alegra verte tan contenta -dijo la maestra de matemáticas, la Sra. Carmen.

-¡Sí, me encanta aprender cosas nuevas! -respondió Valentina con una gran sonrisa.

Pero no todo fue fácil, en el recreo Valentina se encontró con un grupo de niñas que la miraban con curiosidad. Al principio, se sintió incómoda, pensando que tal vez no querían ser sus amigas, pero decidió acercarse y hablarles.

-¿Hablan de Argentina en la escuela? -preguntó una de las niñas.

-Sí, a veces. ¿Qué les gustaría saber? -respondió Valentina, tratando de romper el hielo.

A partir de ese momento, las niñas comenzaron a hacerle preguntas sobre su país, su comida, sus costumbres y sus juegos. Valentina se dio cuenta de que ser diferente no era malo, sino que era una oportunidad para compartir su cultura y aprender sobre la de los demás.

Con el tiempo, Valentina se convirtió en una de las mejores amigas de su clase. Su valentía para enfrentar lo desconocido y su actitud positiva la ayudaron a adaptarse y a hacer amigos. Además, su experiencia como migrante le enseñó la importancia de la empatía y el respeto por las diferencias.

Valentina también descubrió que, a pesar de ser de dos países distintos, las risas, los juegos y el cariño eran universales. Y así, su corazón se llenó de amor por su nueva escuela en México.